Había caminado durante toda la noche, haciendo incluso una ruta más larga, para fingir haberse perdido y hacer que sus perseguidores se despistaran. Estaba agotada, pero aún así conservaba su gélida máscara impenetrable. Durante sus años de vida en el castillo, había estudiado y memorizado los mapas de esas tierras. Había planeado matar al gobernador, pero necesitaba un plan de huida cuando lo hiciera; así que se dedicó durante mucho tiempo a memorizar los mapas de la zona para tomar el camino más adecuado llegado el momento.
Esmeralda

Había calculado con exactitud llegar a aquella planicie a una hora en la que hubiera la suficiente luminosidad para tender una trampa y abatir a sus perseguidores desde un montículo de rocas cercano. En caso de que hubieran sido varios perseguidores, existía un pequeño grupo de árboles a unos pocos pasos de las rocas, lo que le hubiera permitido abatir a uno o dos de ellos y después tenderles una emboscada dentro del bosque.
Ocurrió que solo había un perseguidor, o eso creía hasta que desde el montículo de rocas vio como un invitado inesperado observaba al guardia del castillo, dirigiéndose inexorablemente a la trampa que ella había tendido. No tardó en reconocer el emblema de su reino, así que se trataba de un aliado, aunque él, probablemente, no supiera que estaban en el mismo bando…
Tenían una oportunidad de huir sin tener que matar al enemigo, así que se deslizó entre la maleza y puso la daga en el cuello de su aliado… sí… estaba segura de que era el hermano de Mahtan… tenían los mismos rasgos.
– Detente Vardamir, esta guerra se ha cobrado demasiadas víctimas…- Notó la sorpresa que había causado en él, y pensó en relajar la presión de la daga, mientras le convencía de huir. Cuando se disponía a hacerlo, los nervios hicieron que el arco se le disparara, advirtiendo al enemigo de su ubicación, y evaporando toda posibilidad de huir sin luchar…
El soldado se dirigía a ellos a una velocidad vertiginosa, el mensajero reaccionó, desenfundando su espada y preparándose para el asalto. Fue entonces cuando miró la cara de la mujer, y la reconoció al instante; nunca en su vida la había visto, pero supo que era la persona que Mahtan había buscado durante tanto tiempo…
Le entregó el arco, mientras soltaba el broche del carcaj, y le pidió que se dirigiera al bosque. En caso de resultar derrotado, ella podría deshacerse del enemigo desde allí con una flecha certera, o podía despistarlo y huir en la dirección adecuada. La mujer obedeció sin decir nada, no dominaba el arte del combate cuerpo a cuerpo, y tan solo contaba con una pequeña daga… Sin embargo, sí que había practicado algo de tiro con arco.
Estaba a mitad de camino cuando el enemigo cargó. El hermano de Mahtan consiguió detener la estocada, pero una certera patada lo derribó. Se levantó con presteza, deteniendo otro envite dirigido a su cabeza. Había conseguido equilibrar el combate, perdida la ventaja de la carga, la lucha sería ahora un baile de golpes, esquivas y bloqueos, en el que el primero en dar un paso en falso sería derrotado; mientras tanto, la Princesa de Ojos Esmeralda trepaba a un árbol y preparaba su arco, rezando por no tener que utilizarlo.
El soldado era sin duda mejor espadachín, pero se notaba cansado por la larga caminata; sin embargo su contrincante estaba más acostumbrado a la situación, llevaba una espada más ligera y era más ágil, lo que le dejaba pocas posibilidades de victoria. Además, también sabía que la mujer estaba en algún lugar del bosque dispuesta a abatirle con el arco… Poco a poco su moral se iba resintiendo, hasta que cometió un error y recibió un corte en el brazo derecho, que hizo que su arma cayera al suelo. Intentó agacharse a recogerla, pero se encontró con el acero del contrincante apuntando directamente a su cuello. Había sido derrotado.
– Suelta todas tus armas y huye de aquí si no quieres morir.- El enemigo soltó una pequeña daga a sus pies y levantó las manos, indicando que era todo lo que tenía. El mensajero le dio una patada para que empezase a correr en la dirección por la que había llegado. Todo había terminado, por fin.
Miró al bosque y vio cómo la mujer mostraba una cara de alivio, para después volver a ponerse su máscara de hielo.
El soldado derrotado había recorrido unos trescientos metros cuando 6 proyectiles salieron de un arbusto cercano. Todos impactaron en su objetivo, matando al traidor. Para los enemigos, huir de un combate estaba penado con la muerte…
Todavía no estaban a salvo, el enemigo acechaba…
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